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Estrategias de Alejandro Lanuque para Cultivar la Inteligencia Emocional y Fortalecer Equipos de Alto Rendimiento

    Dimensiones de la inteligencia emocional en el trabajo.
    Dimensiones de la inteligencia emocional en el trabajo.

    Equipos colaborativos y su relación con la inteligencia emocional.

    «Estrategias para Cultivar la Inteligencia Emocional en la Empresa»

    Inteligencia Emocional

    El desarrollo y la comprensión de la inteligencia emocional han surgido a raíz de evidencias contundentes que demuestran que las personas con un alto coeficiente intelectual no necesariamente son las más exitosas, ni en el ámbito empresarial ni en su vida personal. En los últimos años, ha surgido un nuevo enfoque hacia el cociente emocional (CE) como una métrica esencial, equivalente y complementaria al tradicional cociente intelectual (CI) que durante mucho tiempo ha sido el principal indicador de aptitud.

    Esta evolución en la percepción del éxito y el rendimiento ha llevado a las empresas a valorar cada vez más la inteligencia emocional como un factor crítico para el logro de metas organizacionales y el bienestar individual. El CE, que engloba habilidades como la autoconciencia, la autorregulación emocional, la empatía y las habilidades sociales, está emergiendo como una medida integral de competencia personal que trasciende los límites tradicionales del CI.

    En América Latina, esta tendencia hacia la inteligencia emocional está cobrando fuerza como parte fundamental del desarrollo del capital humano en las empresas. El reconocimiento de que el éxito empresarial y el liderazgo efectivo dependen en gran medida de la capacidad para comprender y gestionar las emociones propias y ajenas está transformando las estrategias de reclutamiento, formación y gestión del talento en la región.

    El CE se posiciona como un recurso estratégico en un contexto empresarial cada vez más diverso y dinámico. Los líderes y profesionales con una sólida inteligencia emocional son capaces de tomar decisiones más acertadas, construir relaciones más sólidas con sus equipos y clientes, y navegar con éxito por los desafíos y cambios constantes del entorno empresarial actual.

    Este cambio de paradigma implica un compromiso con el desarrollo personal y profesional de los colaboradores, fomentando una cultura organizacional que valore y promueva la inteligencia emocional en todos los niveles. Capacitar a los equipos en habilidades emocionales y proporcionar herramientas para fortalecer el CE puede marcar la diferencia en términos de productividad, innovación y bienestar laboral en las empresas latinoamericanas.

    Contrariamente a la creencia popular, las emociones no son ni positivas ni negativas, sino fuente de energía humana y pueden otorgar mucha sabiduría intuitiva. Las sensaciones nos suministran información vital y potencialmente provechosa.

    Sin embargo, no basta tener sensaciones. Tener inteligencia emocional (IE) significa aprender a reconocer y valorar las sensa­ciones, nuestras y de los demás, y responder a ellas en forma adecuada haciendo un uso eficaz de la información y de la energía de las emociones en todos los aspectos de nuestra vida.

    Si la mente analítica se combina adecuadamente con la in­tuición, los sentidos y la inteligencia emocional, se generan infi­nidad de alternativas para llegar a la mejor solución en un lapso de tiempo mucho más breve que si el análisis se hiciera solo con la mente.

    La inteligencia emocional explica por qué dos personas con un mismo cociente intelectual alcancen niveles muy diferentes de éxito en la vida. El impacto de la inteligencia emocio­nal en el éxito laboral es notoria­mente alto.

    Estudios de renombre confirman que la inteligencia emocional constituye un factor determinante que representa hasta el 60% del éxito laboral en cualquier ámbito profesional. Además, revelan que un asombroso 90% de los ejecutivos de nivel medio y alto exhiben un alto grado de inteligencia emocional, mientras que solo el 20% de aquellos en cargos inferiores poseen estas habilidades emocionales clave. Estos hallazgos subrayan la importancia crítica de la inteligencia emocional como indicador principal de rendimiento laboral y progreso profesional.

    Es esencial destacar que la acumulación de experiencias y eventos vividos por cada individuo ejerce una influencia directa e indirecta en el desarrollo de su inteligencia emocional, superando así el impacto de las características genéticas. Aunque los genes pueden influir en las capacidades personales, la verdadera formación y refinamiento de la inteligencia emocional se moldean a través de experiencias y circunstancias únicas de la vida de cada individuo.

     

    Abrazando la Disrupción: nuevas perspectivas sobre la Inteligencia Emocional en el mundo laboral

     El desarrollo de la inteligencia emocional de una persona depende, en gran parte, de su actitud. Es decir, se trata de un proceso consciente, no automático, ni que ocurre por el mero paso del tiempo. Quien se encuentre interesado en desarrollar su inteligencia emocional es probable que lo logre en mayor o menor medida. Pero si una persona no se propone mejorar alguno de sus aspectos emocionales, estos no mejorarán por si solos.

    En el siglo XX, el impulso clave para el éxito en los negocios se centraba en el coeficiente intelectual (CI), evaluado mediante pruebas de inteligencia estándar. Sin embargo, en el siglo XXI, estamos presenciando un cambio significativo hacia la valoración del coeficiente emocional y otras formas de inteligencia como la práctica y la creativa. Estas nuevas perspectivas reconocen que las pruebas tradicionales de CI no capturan muchos componentes fundamentales que influyen en el desempeño posterior de los individuos en entornos laborales y educativos.

    El aspecto emocional de las personas, como el optimismo, la motivación y el autocontrol, comienzan a tenerse en cuenta, y no ya solamente el éxito profesional. Poseer competencias emo­cionales desarrolladas y oportunas, potencian la inteligencia en términos amplios. No hay vida mental sana, ni siquiera a nivel de funcionamiento intelectual, en condiciones de disfunción emocional importante.

     

    Dimensiones de la Inteligencia Emocional

    La inteligencia emocional presenta cinco ámbitos de actuación o dimensiones que se definen a continuación:

     

    • Autoconciencia: capacidad de reconocer y entender las emociones, estados de ánimo e impulsos propios y el efecto que estos generan en las demás personas.
    • Regulación propia: habilidad para mantener el control o re­dirigir los impulsos y estados de ánimo.
    • Motivación: pasión por realizar un trabajo que no se rela­ciona con dinero ni el estatus. Buena predisposición y entu­siasmo para alcanzar distintas metas.
    • Empatía: capacidad para comprender la faceta emocional de los temas y para relacionarse con las personas en función de sus reacciones emocionales.
    • Habilidades Interpersonales: capacidad para construir y desarro­llar relaciones, para encontrar puntos en común con los otros y generar relaciones amenas.

     

    Recomendaciones finales y reflexiones

    Para impulsar la IE en nuestra organización, es fundamental integrar programas de desarrollo personalizado que promuevan estas habilidades entre los colaboradores. Al invertir en el crecimiento emocional, cultivamos equipos más resilientes, colaborativos y orientados hacia el éxito corporativo.

     

    Preguntas para considerar

    1. ¿Cómo podemos fomentar un entorno que promueva la IE entre nuestros líderes y colaboradores?
    2. ¿Qué iniciativas específicas podríamos implementar para desarrollar las habilidades de IE en nuestra empresa?
    3. ¿Cómo medimos y evaluamos el progreso en el desarrollo de la IE en nuestro equipo?

     

    Para concluir, reconocer y promover la inteligencia emocional en nuestras prácticas de gestión de recursos humanos es esencial para construir una cultura corporativa sólida y empática, capaz de enfrentar los desafíos actuales y futuros con éxito.

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